INFILTRACIÓN EPIDURAL RADICULAR TRANSFORAMINAL


¿Qué es?

La infiltración epidural radicular transforaminal se utiliza para tratar el dolor radicular (o radiculalgia) que se origina por la inflamación o compresión de un nervio espinal cuando sale de la columna cervical, dorsal, lumbar o sacra, por entre las vértebras. La causa más frecuente de esta inflamación/compresión son las hernias discales, también puede deberse a una estenosis (estrechamiento) del canal espinal o foraminal y por fibrosis (cicatriz) después de intervenciones quirúrgicas de la columna.

En ocasiones, esta técnica puede ser usada con función diagnóstica, para confirmar que un determinado nervio es el origen de un dolor referido por el paciente, antes de plantear una posible cirugía descompresiva.

¿Cómo se realiza la cirugía?

La infiltración radicular consiste en inyectar, mediante una aguja larga y fina, un anestésico local mezclado con aniinflamatorios (corticoides), justo por encima del nervio afectado (espacio epidural) en su salida de la columna. Estos fármacos bloquean la sensación de dolor que el nervio transmite al cerebro, y disminuyen la inflamación local que hay en el sitio. Este tratamiento puede ser molesto, ya que se puede reproducir el dolor que sufre el paciente, incluso en algunas ocasiones con mayor intensidad que el habitual.

Tratamiento

El tratamiento se realiza en quirófano, pero sin anestesia general, es importante que el paciente esté despierto para explicar sus sensaciones al médico.
Durante el procedimiento, el paciente está tumbado boca abajo. Primero, se inyecta anestesia local en la zona de la punción, para disminuir las molestias. Después, se introduce la aguja de tratamiento bajo control de rayos X. A medida que se acerca a la raíz nerviosa, puede notar una sensación de calambres, hormigueos y dolor, por la misma zona de su dolor habitual, pudiendo ser incluso de mayor intensidad. Eso es señal que la aguja está en el sitio adecuado. Antes de infiltrar los fármacos, se inyecta un contraste radiológico, que con la ayuda de los rayos X, nos permite delimitar el contorno de la raíz nerviosa, asegurar que no se administran los fármacos dentro de un vaso o del sistema nervioso, y que estamos encima del nervio que realmente queremos tratar. La neuroestimulación (estimulación del nervio con pulsos eléctricos) es una opción que también puede usarse para localizar la raíz nerviosa a tratar, pero no parece tan fiable como la confirmación mediante administración de contraste radiológico.



Generalmente, se trata de un procedimiento sencillo y rápido, unos 20 – 30 minutos. En ocasiones, si la espalda del paciente se encuentra muy desgastada, o existen desplazamientos de las vértebras (como en la escoliosis o espondilolistesis), puede ser más largo. Una vez realizada la infiltración, el paciente puede sentir sensación de adormecimiento en la zona correspondiente a la raíz nerviosa tratada, o incluso dificultad para movilizar músculos de brazo o pierna correspondientes. Estas manifestaciones suelen ser transitorias, durando entre 6 y 12 horas. Tras la finalización del tratamiento, el paciente pasará unas horas en observación, y si no hay incidencias se podrá ir a casa el mismo día. La mayoría de pacientes pueden hacer una vida casi normal desde el primer día, pero se recomienda un reposo relativo las primeras 24-48 horas.

Los pacientes pueden presentar una mejoría del dolor radicular inmediatamente después de la infiltración. Sin embargo, algunos no notan de verdad el efecto beneficioso hasta pasados unos días. El éxito de este tratamiento depende, además de la experiencia del médico que lo realiza, de un buen diagnóstico del origen del dolor. Para eso, es imprescindible evaluar de forma correcta los síntomas, llevar a cabo una exploración física y neurológica detallada, y realizar las pruebas de imagen adecuadas para cada paciente.

Aunque, como ya se ha comentado, estas infiltraciones pueden ser utilizadas como una herramienta diagnóstica.
Es importante saber que aunque la técnica esté bien realizada, y el paciente haya notado una mejoría muy importante tras la infiltración, su efecto puede disminuir con el paso tiempo y el dolor puede volver a aparecer. En este caso es posible plantear repetir el mismo procedimiento, pero habrá que valorar cada paciente de forma individual para decidir la mejor opción de tratamiento.

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